viernes, 10 de septiembre de 2010

La puta de San Angel



El público televidente mexicano ha sido testigo desde el pasado lunes 6 del lanzamiento de una veradadera campaña de linchamiento moral en contra del conglomerado de medios impresos Grupo Reforma, llevada a cabo por la empresa de televisión más importante de este país: Televisa.

Con una uniformidad de criterio digna de los mejores años de la televisión soviética, todos los espacios noticiosos e incluso algunos de corte “cómico” de la televisora de Emilio Azcárraga Jean transmiten largos reportajes, análisis, editoriales y comentarios de sus reporteros y conductores que se muestran indignadísimos y escandalizados por la “promoción de la prostitución” y la “trata de personas” que afirman se fomenta desde los diarios propiedad de Alejandro Junco de la Vega. Enarbolando como evidencia la enorme cantidad de anuncios de “masajes” publicados en el aviso oportuno de los diarios del grupo, los merolicos televisos se erigen a sí mismos en jueces de la moralidad y la decencia, y pretenden llevar al cadalso de la opinión pública a sus enemigos en turno.

Pero nadie se engañe: la cruzada supuestamente moralista de Televisa no obedece a un súbito interés de la televisora por la decencia y las buenas costumbres. ¡Si en sus propias telenovelas y bodrios de “espectáculos” es posible encontrar contenidos aún peores que en los avisos de “masajes con calambre”! No, señores, la santa ira de Televisa se debe a otra razón, muy sencilla: si denuncia y combate con toda su fuerza la “promoción de la prostitución” es simple y llanamente porque no quiere competencia.

Televisa se opone a la promoción de la prostitución porque quiere detentar en exclusiva el oficio más antiguo del mundo, para poder ofrecer al mejor postor sus “coberturas informativas” y los servicios de asesoría de imagen pública, como hace con el gobernador Peña Nieto, su candidato para el 2012.

Televisa no admite que nadie más anuncie servicios sexuales, porque quiere ser la única autorizada para entregar las nalgas al poder a cambio de una tajada del presupuesto, por lo regular bastante jugosa.

Televisa, el más grande putero de México, no quiere que nadie le haga sombra en el negocio del padroteo, para que los honorarios de las putas y putos que detentan un micrófono de la empresa no se vean devaluados por advenedizos informativos.

Televisa, la madrota de glorias del periodismo nacional como Zabludovsky, Guillermo Ortega, Joaquín López Dóriga, Carlos Loret, Adela Micha, y demás escorts de la información, desea seguir manejando en exclusiva el negociazo del periodismo de compañía, aquel que por unos pesos brinda calor y apapacho a urgidos y necesitados.

Televisa, la vieja puta de San Angel, tiene el derecho de combatir con todos sus recursos a los que fomentan y promueven la prostitución. No le pueden quitar el negocio. De algo tiene que comer.


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