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martes, 5 de octubre de 2010

TV Azteca, cloaca profunda

Se estrenó anoche, por el canal 7 de Televisión Azteca, una serie titulada “Drenaje profundo” que en las últimas semanas recibió todo el apoyo publicitario de la televisora del Ajusco y que generó mucha expectativa por parte del público televidente. No sólo en la programación de Azteca, sino en las redes sociales como Facebook y Twitter, la empresa de Ricardo Salinas Pliego logró colocar esta serie en el centro de la discusión y tener a un amplio sector del público pendiente del estreno de la misma.

De lo que vi en este primer capítulo destaco el formato tipo cine y los espectaculares efectos especiales que, sin embargo, deslucen ante la otra característica que quiero abordar de “Drenaje..”. Si bien se nota el alarde tecnológico en este esfuerzo por fabricar un producto “de primer nivel”, a la altura de las series norteamericanas de Fox o Sony, al final los vicios e inercias de la televisora mexicana se imponen y el resultado es un programa con ineludible tufillo local y, para colmo, chafa.

Es un fenómeno recurrente en toda la programación de Azteca, y “Drenaje profundo” no es la excepción, la presencia constante de publicidad de otros productos y empresas del Grupo Salinas. Al parecer el proceso de transformación de TV Azteca en una empresa de grandes ligas no ha erradicado la mentalidad de aboneros y abarroteros de las cabezas del Grupo. A éstos les parece perfectamente normal incluir anuncios descarados de las tiendas Elektra en sus telenovelas, cuyos protagonistas además viven en un mundo utópico donde no existe la competencia: ¿alguien puede explicarse racionalmente por qué TODOS los teléfonos celulares que aparecen en la pantalla azteca son de Iusacell?

“Drenaje profundo” nos sitúa en las entrañas de una corporación policial de élite cuyos integrantes trabajan con laptops de última generación... que se conectan a Internet con su tarjeta BAM de Iusacell. De risa loca. Nada más les faltó mostrarnos al agente de policía de a pie, al Gutierritos de escritorio o al MP de barandilla, rascando los centavos de su pantalón brilloso para comprar su Todito Card en la miscelánea de la esquina. ¿Kafkiano? No: azteco. Así son.

Pero lo anterior no pasa de ser meramente anecdótico; lo verdaderamente ominoso es que con “Drenaje profundo” asistimos al verdadero comienzo de las campañas electorales de 2012 en la pantalla chica, guerra sucia incluida. “Drenaje” es, en ese sentido, una mezcla sicodélica de los spots gubernamentales alabando la “guerra contra el crimen” y las aburridísimas cápsulas de RTC, mazacote incomible al que le dieron una maquilladita para que pareciera, nada más pareciera, un episodio de CSI Las Vegas.

Perdí la cuenta de las veces que los productores de la serie se encargaron de mostrarnos que los “buenos” pertenecen a la Policía Federal, que en la vida real es una corporación siniestra cuyo capo di tutti capi, Genaro García Luna, tiene fama de que también le gusta el show business (caso Florence Casez). ¿En serio alguien se cree el cuento de los policías profesionales que emplean avanzadísimos métodos para sus investigaciones? Por favor, si en la vida real esos ineptos no son capaces de aprehender a capos del narco, que terminan cayendo por una infracción de tránsito. ¿Hay quien se trague la escena de la “agente Herrera” interrogando a dos sospechosos y dirigiéndose a ellos con especial respeto por su integridad y derechos? Evidentemente en Pachequez Profunda no existen los retenes anticonstitucionales que en no pocas ocasiones han cobrado la vida de civiles inocentes a manos de gorilas uniformados que disparan a lo pendejo, como suelen hacerlo los de la temida PF. ¿Veremos en Somnolencia Profunda alguna mención a la protección que los muchachos de García Luna supuestamente brindaban a personajes como el Jefe de Jefes?

Y si en Chaqueta Profunda los buenos son los policías federales, los malos están ¡faltaba más! situados del lado izquierdo. Sí, ya desde el capítulo de estreno vimos a los pefepos hablar de “corrupción” y “malos manejos” en el Metro de la ciudad (de México, se entiende); de cómo el director de ese organismo intenta “ocultar información” de accidentes de trabajo, y de grupos de ex trabajadores que planean “sabotajes” contra las instalaciones (cualquier referencia al discurso oficial sobre el conflicto de Luz y Fuerza, es cortesía de TV Azteca). No por nada he calificado a Ricardo Salinas Pliego, dueño de la televisora, de golpista y enemigo de la democracia. Este producto fabricado para lavar el cerebro de las masas debería valerle terminar con sus huesos en la cárcel.

Para que nos quede claro: si algo podemos esperar de Vacilada Profunda es más del vómito al que TV Azteca nos tiene acostumbrados. Una pantalla saturada de publicidad y propaganda oficial quemándole incienso a los hombres del régimen a quienes deberíamos quemar a secas; y tirándole mierda bajita la mano (o a lo descarado) a todo lo que huela o represente una opción diferente de gobierno y de rumbo político. El 2012 a la vuelta de la esquina, y esa cloaca profunda que es Televisión Azteca encara el desafío vendiéndonos esta basura, sobre la que Epigmenio Ibarra y su productora ARGOS se orinarían encima si pudieran.

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sábado, 22 de mayo de 2010

VERACRUZ: La guerra sucia de Fidel Herrera

  • El "Tío Fide" va con todo contra Yunes
  • ¿Viene lo mejor?


Yo no se si entre los lectores de este blog haya algunos de Veracruz. Si así es, seguramente ya tiene varias semanas que son testigos, como yo, de la guerra sucia electoral que actualmente libran los principales contendientes a la gubernatura. ¿Cómo no verla? Está por todas partes, desde las agresivas llamadas telefónicas no deseadas para invitarte a responder encuestitas piteras (siempre sesgadas hacia el delfín oficial, el Marranito Duarte), hasta los alardes fascistas de cientos de retrasados mentales con playeras rojas que salen a las calles a "desfilar" y lanzar insultos a sus adversarios. Es evidente que el "estilo" de hacer política en Veracruz se basa fundamentalmente en tirar mierda a diestra y siniestra.

No puede ser de otra manera, por cierto, con un gobernador que a lo largo de seis años actuó siempre como señor feudal que a sus adversarios o los compró, o los amenazó, o de plano los aplastó. Tampoco puede esperarse otro nivel de debate cuando el otro candidato principal abandera a un partido de delincuentes de cuello blanco que, luego de robarse la elección federal de 2006, sienten que pueden "ganar" cualquier otra, así postulen a una garrapata siniestra como Miguel Ángel Yunes. Jodidos estamos los veracruzanos, cuando nos ponen a elegir entre Malo y Peor.

Pero en esta ocasión me referiré a la guerra sucia que ya se ve en las calles de las principales ciudades del estado, en esta ocasión dirigida contra el candidato "panista" a la gubernatura. Vean las calcomanías que aparecieron hoy en las calles del centro de Poza Rica:

En las casetas telefónicas de la avenida Heriberto Kehoe Vincent, en pleno centro pozarricense, manos anónimas pegaron, al mediodía de hoy, calcomanías exhibiendo a Yunes como pederasta y advirtiendo que "viene lo peor".

Ahora, que quede bien claro: no me parece que un auténtico despojo humano como el tal Yunes tenga el menor punto "defendible" en su biografía. Me parece un político nefasto, y opino que en el improbable caso de llegar a la gubernatura, lo mejor que podríamos hacer los veracruzanos es pedir asilo en Tamaulipas, Puebla, Tabasco, o cualquier estado vecino. Sin embargo, lo que al mismo tiempo me provoca náuseas es comprobar que por parte del PRI y de su sexenal sodomizador, el Negro Herrera, vemos las mismas viejas mañas tricolores, las mismas trampas, la misma guerra de caca que tantos "triunfos" le dio al partido oficial en la década de los setenta.

El PRI de Fidel Herrera está demostrando que va con todo en su afán de no soltar el huesote que significa gobernar a un estado como Veracruz. Con tal de seguir mamando del erario, las huestes rojas (del fundillo) de Herrera no vacilan en violar la ley electoral y varias disposiciones penales. Claro, tienen la seguridad de que el Instituto Electoral Veracruzano no hará absolutamente nada, porque es un apéndice de la "fidelidad" que, cual canal del desagüe fracturado, inunda de mierda todos los rincones del estado, pintándolo de rojo.

Finitos salieron los priístas, y su pastor, el populista setentero que sueña con ser presidente de México.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Felipe Calderón, enfermo de odio

El día de ayer, por medio de Twitter, me enteré de la publicación de un magnífico texto de Pedro Miguel, columnista de La Jornada.

En su blog (http://navegaciones.blogspot.com/), Pedro Miguel advierte a los habitantes de la Ciudad de México que Calderón "Nos detesta", y enumera toda una serie de hechos que dan cuenta de la mala fe, del odio, que el usurpador le tiene a los capitalinos, quienes en su mayoría lo repudian.

Desde el delirio de un José Luis Luege, que culpa al gobierno del DF de todas las catástrofes naturales que ocurren, hasta la violencia de un porro madreador como Javier Lozano, que manda a la calle a 44 mil trabajadores y sabotea el servicio de energía eléctrica en la ciudad, el plan calderonista para colapsar a la capital de la república avanza, por lo que, advierte Pedro Miguel, es necesario que sean las propias autoridades del Distrito Federal las que se pongan las pilas y tomen las medidas pertinentes para garantizar la viabilidad de la metrópoli, aun contra los planes de la camarilla de terroristas en el poder.

Precisamente para abundar más sobre este odio patológico que Felipe Calderón le tiene a los habitantes de la capital mexicana, Brújula Metropolitana está invitando hoy a la charla: "El DF en emergencia. La ofensiva de Calderón contra los capitalinos". Será impartida por el propio Pedro Miguel, en el edificio "Mercurio". Alvaro Obregón 240, Col. Roma, a unos pasos de Insurgentes y del metrobús Alvaro Obregón.

Será sin duda una charla interesante. ¡Allá nos vemos!

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A propósito de este texto de Pedro Miguel, hace ya algunos meses escribí un artículo titulado "Enfermo de odio", que transcribo a continuación. Desde octubre del año pasado era evidente que Calderón está consumido y dominado por ese sentimiento de odio que cada vez le cuesta más trabajo disimular:


Enfermo de odio

Finalmente, sucedió. El cerebro de Felipe Calderón Hinojosa, que evidentemente usa muy poco (mucho menos que su hígado, aunque ambos órganos estén muy bien conservados en alcohol), hizo cortocircuito. Se le cruzaron los cables al desquiciado que ilegítimamente ocupa la presidencia, cargo desde el que cumple dos tareas: la de servir de rodillas a los potentados que lo impusieron en el cargo, y la de sacar adelante su agenda personal de resentimiento contra sus adversarios, a quienes él, Calderón, ve como enemigos a los que es preciso aniquilar.

De por sí es altamente pernicioso para el país que tengamos al frente del Ejecutivo a un monigote que, cual muñeco de ventrilocuo, actúa al gusto de quienes le meten los dedos por abajo para hacerlo hablar al son que le tocan. Nada bueno puede esperarse si el que ejerce el máximo cargo público de este país es un vulgar gerente al servicio de la elite industrial, económica y financiera. Pero aun más dañino, y mucho más peligroso, es que el empleado que se consiguieron para lustrarles el calzado sea un transtornado mental que al flagelo de su presunto alcoholismo suma el desequilibrio emocional, manifestado en su vertiente más ominosa: el odio.

Felipe Calderón Hinojosa está enfermo de odio. Odia a sus adversarios políticos, por eso los persigue con todo el poder del Estado. Odia la crítica, por eso la silencia apoyado por los delincuentes electorales y vulgares pícaros que despachan en las televisoras y los diarios a su servicio. Desprecia, porque la odia, la legalidad vigente; por eso la torpedea desde las trincheras de porros madreadores como Javier Lozano, a quien desde ya concibe como su sucesor, que habrá de imponer por la fuerza si es necesario. Atraca en despoblado y despoja de sus prestaciones, porque los odia, a los trabajadores de este país, a quienes este Santa Anna de petatiux está obsesionado en recetarles el 2% de impuesto a todo. Odia, con todo el veneno de su mente enferma, a quienes se atreven a contradecirlo, a pensar diferente, a denunciar sus acciones disparatadas y criminales, a oponerse al absurdo que él mismo representa usurpando un cargo para el que no fue electo.

Por encima de todo, Felipe Calderón odia a México. Sólo a través del odio, del odio visceral, se explica que haya sido capaz de inocular el veneno de la confrontación, el encono social, el enfrentamiento entre connacionales. Porque nos odia, a todos los mexicanos, Calderón fue capaz de fabricar el virus del “peligro para México”; de alentar la polarización y la “balcanización” de este país; de tender sobre la patria el negro manto de la discordia.

Porque odia a los mexicanos, Felipe Calderón nos sumió en una espiral de violencia incontenible, al retar de manera absolutamente irresponsable y sin estrategia alguna al poder fáctico del crimen oganizado, convirtiéndonos en el país “sin guerra civil” (es un decir) más violento del planeta.

Porque odia a sus compatriotas a los que dice servir, Felipe Calderón lanza hordas de paramilitares a tomar las instalaciones de una empresa pública con lujo de violencia, porque su verdadero objetivo es dejar en la calle a 40 mil trabajadores, a los que odia porque cometieron la imperdonable osadía de no apoyarlo en su fallida campaña por la presidencia que finalmente se robó.

Porque es un enfermo terminal de odio, Felipe Calderón considera al pueblo de México poco menos que retrasado mental, por eso grotescamente utiliza una celebración futbolera para “disimular” su golpe policiaco, al mejor estilo del Maestro universal del Odio, aquel que en los años treinta fue amo y señor de Alemania y de Europa.

Porque su impulso vital es el odio, que lo domina, que lo guía, que lo carcome, Felipe Calderón acaba de destapar, como bien lo dice mi amigo Beam en su columna, la caja de Pandora de un movimiento social que ha sabido mantenerse en los cauces legales, institucionales y pacíficos que los mexicanos bien nacidos queremos, pero que él, en su odio, se empeña en dinamitar.

Porque su enfermedad de odio es tan grande, que el deseo de Felipe Calderón es que el pueblo caiga en sus provocaciones de odio, para tener el pretexto perfecto y hacer lo que hace 3 años desea: reprimir con violencia.

Los enfermos de odio casi siempre acaban obteniendo lo que en el fondo desean: reciprocidad. Lo malo es que acaban llevándose entre las patas a todo un país.