jueves, 12 de agosto de 2010

AMLO - Elba: la alianza que no fue

Cuando comenzaron a salir a la luz las múltiples evidencias del fraude electoral del 2006, se hizo pública la especie según la cual, la lideresa del sindicato de maestros, Elba Esther Gordillo, intentó acercarse a la campaña de AMLO en las semanas previas a la elección.

El intermediario para concretar ese posible encuentro fue Manuel Camacho, con quien la profesora Gordillo mantiene añejos vínculos desde la administración de Carlos Salinas de Gortari. Camacho, quien como regente del DF asumió rol protagónico en la mediación de numerosos conflictos que en rigor serían competencia de Gobernación, fue uno de los artífices de la defenestración de Carlos Jonguitud, líder vitalicio del SNTE, y la entronización de Gordillo. Como uno de los coordinadores de las redes ciudadanas de AMLO, era pues el enlace ideal de “la maestra” con López Obrador.

“Que me de sólo 5 minutos, es todo lo que necesito”, habría pedido la profesora. Es de suponer que no hubieran sido sólo 5 minutos, pero lo que importa a final de cuentas es que AMLO se negó rotundamente a reunirse con la lideresa. “Tajantemente, no”, habría respondido ante el planteamiento. Argumentó que eso habría significado ir contra sus principios y que no quería llegar “atado de manos” a la presidencia de la república.

Desde mi punto de vista, López Obrador se equivocó.

Afirmo que el Peje debió reunirse con Elba Esther Gordillo cuando ésta lo buscó en 2006. A continuación explico mis argumentos para sostener esto que, lo admito, suena a anatema entre los miembros del movimiento democrático.

Primero que nada, quiero dejar en claro -una vez más, por si hiciera falta- que estoy absolutamente convencido de que el ganador de la elección presidencial de 2006 no fue otro que Andrés Manuel López Obrador. La única razón por la que Felipe Calderón está sentado en la silla presidencial, usurpando un lugar que no le corresponde, es por el fraude electoral orquestado desde las cúpulas del poder político y económico de este país, fraude por cierto que contó con el apoyo económico y logístico del SNTE de la Gordillo.

Ahora bien, ¿qué perdía AMLO si hubiera aceptado reunirse con Elba Esther? Con todas las encuestas dando por “cantada” su victoria en la elección, conseguir el apoyo de una poderosa fuerza de más de un millón de afiliados habría significado sumar un ímpetu descomunal a la ola victoriosa que estaba cimbrando al país entero. Nadie habría podido frenar esa inercia, ningún fraude foxista-calderonista habría alcanzado para contener y contrarrestar la marea imparable del lopezobradorismo perfilándose a Los Pinos.

¿Qué necesidad había de echarse en contra a semejante alimaña? ¿Por qué darle al adversario la oportunidad de oro de pactar con una fuerza tan poderosa como siniestra, y abrirle la puerta al despojo electoral? ¿No hay un dicho que recomienda tener cerca a los amigos, pero más cerca aún a los enemigos?

“Pero habría tenido que pactar con Elba”, me dicen algunos. “Se hubiera amarrado de manos”, me dicen otros. “Su credibilidad se habría venido por los suelos”, afirman temerariamente algunos más.

Tonterías.

Una alianza AMLO-Elba no habría comprometido al Peje en lo absoluto, por una sencilla razón: él iba a ganar las elecciones (de hecho, las ganó) con o sin el apoyo elbista. A diferencia de Calderón, que le debe su ilegítimo puesto a las maniobras turbias de los “máistros” de Elba Esther, AMLO no le habría debido literalmente la silla. Y sin cola que le pisen, sin secretos oscuros que pudiera develar, ¿de dónde se habría agarrado la Gordillo para exigir un pago de facturas tan grotesco e insaciable como el que lleva 4 años cobrándole a Fecal?

Con la mano en la cintura, López Obrador habría podido deshacerse de Elba Esther una vez llegando a la presidencia. Un eventual “pacto”, alianza o compromiso entre ambos, aún por escrito y firmado, no tendría valor alguno. Un papel firmado no significa nada, tratándose del interés superior de la nación, que a gritos pide cercenar la insaciable cabeza chupa-sangre de lacras como la “maestra”.

¡Tan fácil que hubiera sido armarle un “quinazo” a esa cacique sindical, y botarla de una buena vez a la basura! ¿Habría tenido Elba Esther con qué oponerse a su liquidación política, sin absolutamente nada con lo que chantajear al Presidente? Si “La Quina” no pudo, sabiéndole lo que le sabía al entonces presidente, menos la Novia de Chucky.

Ningún compromiso habría atado a López Obrador con una delincuente como Elba Esther. Ninguna alianza que no pudiera romperse, ningún pacto que fuera obligatorio honrar, cualquier traición al acuerdo encontraría justificación plena en lo moral, en lo ético, en lo político, y por supuesto en lo pragmático. Pero López Obrador prefirió poner a buen resguardo sus principios.

Opino que los “principios” son útiles en la medida en que ayudan a obtener buenos “finales”. De otro modo, un buen “principio” que no te lleva a ninguna parte, termina siendo un lastre.

López Obrador mantiene intactos sus principios. Y quien despacha en Los Pinos es Felipe Calderón. Gracias a una cacique con quien se pudo pactar para luego destruirla, pero se prefirió hacerle el fuchi para que terminara dándole chichi al enemigo.

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3 comentarios:

Con todo y que Peje es muy inteligente, muchas veces sorprende una especie de "inocencia" que lo acompaña.

¿ Cual Fraude ? ya supéralo chairo.

Anónimo, ¿ni tu nombre te animas a poner?