¿A qué fue Felipe Calderón a Hermosillo ayer martes?
Algunos dicen que fue a “escuchar” y a ofrecer apoyos a los padres de los menores muertos y damnificados en el incendio de la Guardería “ABC”. Pero si consideramos que el “presidente” se tardó nada más un año y cuarenta días en acudir a esa reunión, no es creíble pensar en apoyo alguno, mucho menos en que esté escuchando a los que durante más de 400 días evitó oir, ocultándose en el suelo, como el avestruz. ¿A qué fue entonces Calderón a Hermosillo?
A prometer becas, fideicomisos, pensiones, dinero y más dinero, a los padres de familia a los que ni dándoles mil veces el monto del Melate podrán jamás compensarles la pérdida de un hijo.
A presentarle a los padres de la guardería a su nueva adquisición en el gabinete, el fulgurante y carismático Francisco Blake, y a que éste les confirmara que luego de más un año de investigaciones, no hay en la cárcel ni uno solo de los verdaderos responsables de la tragedia.
A implorar que los padres dejen de buscar “venganza” y a ponderar las virtudes del “perdón”, entendido como descarada impunidad para todos los involucrados, desde el ex gobernador bravucón que se adueñó de Sonora con sus negocios, hasta los dueños de la estancia infantil que hoy vacacionan despreocupadamente en algún lugar del extranjero.
A sentarse a la mesa junto a Daniel Karam, el inepto y criminal director del Seguro Social que contra viento y marea se ha sostenido en el cargo, para demostrarle al mundo que en México el asesinato de 49 niños no importa un carajo.
A desquiciar el tránsito vehicular en las inmediaciones de la reunión, con sus operativos de seguridad y su nube de guaruras del EMP que necesitan cuidarlo a donde quiera que va; y a violar el libre tránsito de los ciudadanos hermosillenses.
A poner cara de pendejo mientras Patricia Duarte, mamá de Andrés Alonso, le preguntaba si podía -¡y si quería!- darle a su hijo muerto la elemental justicia de ver tras las rejas a los responsables del crimen.
A hacer bilis cuando escuchó a la misma Patricia decirle: “Yo voté por ti, porque de verdad, pensé que el peligro estaba en otro lado. Me defraudaste”.
A interrumpir, molesto, a la madre que lo confrontaba con su miseria, su estulticia, su pequeñez, su cinismo; y decirle que “no tenían todo el día” para escucharla, mientras agriaba el gesto y elevaba la barbilla en su característico ademán de petulancia.
Sí, en resumen, a eso fue Calderón a Hermosillo la tarde de ayer martes: a escupirles en la cara a los padres de los 49 niños muertos en la Guardería ABC.
Felicidades, señor “presidente”.
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4 comentarios:
Es un pendejo. Soy de Hermosillo, y espero que ayer alla venido bien crudo y se lo haya llevado el carajo, porque esta haciendo un calor del carajo.
Miriam Miranda
Triste pero real el contenido.
No se pierdan la nueva "estrategia" de los panazis prietos para tratar de defender lo indefendible y cubrirle las nalgas al enano borracho de su patrón: "es que los padres de los niños son los culpables por no cuidar a sus hijos y mandarlos a una guardería...es más, son culpables por atreverse a tener hijos en primer lugar, porque si no los hubieran tenido esto no hubiera pasado, he dicho". Asquerosos lacayos miserables.
Calderón fue escupido (según la Real Academia Española. Escupir. Echar de sí con desprecio algo, teniéndolo por vil o sucio.) de Hermosillo.
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